¿Existe ese lugar? Antonio Vega relata un viaje en el que es transportado hasta un lugar maravilloso, el sitio en el que más disfruta, el sitio de su recreo. Un lugar al que se llega con la imaginación, pero, ¿está hablando de un lugar?
En sus muchas canciones, la escritura de Antonio Vega circunda el mundo real describiendo de una manera indirecta sucesos que son reales, o que al menos pudieran parecerlo. Canciones que despegan con las metáforas y que dicen mucho más de lo que parece que están diciendo.
La canción de la que hablamos, el sitio de mi recreo, comienza con una pregunta, ¿dónde nos llevó la imaginación? Y en ese mundo imaginado es donde transcurre la canción. En ese mundo imaginario, o ficticio que realmente es otro lugar, es otro sitio distinto, es una tangible y cierto.
El sitio de mi recreo parece ser más que ninguna otra cosa un cuerpo humano. Un cuerpo femenino en el que el autor se recrea. De sol, espiga y deseo son mis manos en su pelo. En determinados momentos incluso parece que se está dirigiendo, que está hablando de una cierta parte, de una parte muy concreta del cuerpo femenino.
Ese sitio donde el autor se recrea, ese lugar maravilloso al que siempre quiere volver, es el cuerpo de una mujer. El amado cuerpo de una mujer, con sus múltiples sitios donde recrearse. Ese sitio al que volver. Un sitio de silencio. De locura. Un sitio lleno de deseo.
En sus muchas canciones, la escritura de Antonio Vega circunda el mundo real describiendo de una manera indirecta sucesos que son reales, o que al menos pudieran parecerlo. Canciones que despegan con las metáforas y que dicen mucho más de lo que parece que están diciendo.
La canción de la que hablamos, el sitio de mi recreo, comienza con una pregunta, ¿dónde nos llevó la imaginación? Y en ese mundo imaginado es donde transcurre la canción. En ese mundo imaginario, o ficticio que realmente es otro lugar, es otro sitio distinto, es una tangible y cierto.
El sitio de mi recreo parece ser más que ninguna otra cosa un cuerpo humano. Un cuerpo femenino en el que el autor se recrea. De sol, espiga y deseo son mis manos en su pelo. En determinados momentos incluso parece que se está dirigiendo, que está hablando de una cierta parte, de una parte muy concreta del cuerpo femenino.
Ese sitio donde el autor se recrea, ese lugar maravilloso al que siempre quiere volver, es el cuerpo de una mujer. El amado cuerpo de una mujer, con sus múltiples sitios donde recrearse. Ese sitio al que volver. Un sitio de silencio. De locura. Un sitio lleno de deseo.
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