Si el amor ha inspirado grandes creaciones artísticas, el desamor puede que las haya creado aún más grandes. Expresar el dolor, la rabia, la frustración o el enfado que produce que la persona que te quería ya no te quiera, que te abandone, por otro o por la promesa de otro, o simplemente por esa situación inexplicable que es la desaparición del amor, ha dado lugar a grandes obras de todos los tipos.
Hay una canción que en su inicio expresa esa desaparición del amor de una forma muy concisa y muy certera y sobre todo muy cierta: Extremaydura. Desde que tú no me quieres yo quiero a los animales, y al animal que más quiero es al buitre carroñero. Desde que tú no me quieres yo todos los días me muero y alimento con mi carne en Monfragüe buitres negros. El resto de la canción no tiene que ver con el amor o el desamor, sino con una descripción del lugar de nacimiento de esos buitres negros, Extremadura.
En esas dos frases se concentra todo el dolor, el odio, el rencor y el malestar que produce el desamor. Desde que no me quieres me muero día a día. Y no sólo eso sino que mi carne es devorada por buitres. Todos los días. Uno tras otro. Con un dolor infinito que no termina y que no terminará, como un castigo mitológico, como Prometeo con el hígado devorado cada día por un águila.
El desamor, esa tristeza, ese rencor y ese dolor absoluto porque quien te quería ya no lo hace, porque quien te quería es ahora un buitre que te come día a día. Extremoduro sabe hacer de la rabia y el dolor un sentimiento de pureza y fuerza en sus canciones, y en este inicio se concentra esa fuerza y ese sentimiento puro, ese dolor infinito.
Dos frases apenas que sintetizan horas y horas de dolor y sentimiento. Dos frases que cuentan mejor que novelas enteras lo que se siente ante el desamor. La muerte diaria que no es bastante. La muerte diaria y profanación del cadáver. Y no es bastante. Porque nada es bastante ante el dolor del desamor.
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