La capacidad para crear personajes es uno de los elementos fundamentales de la literatura. Junto con el espacio y la descripción del tiempo es uno de los elementos fundamentales de la narración. Esos personajes, que pueden ser sacados de la vida misma o que pueden ser diferentes, son los que muchas veces llevan el peso de una narración.
En El curioso incidente del perro a medianoche encontramos un personaje totalmente distinto, un personaje que narra los hechos de la novela en primera persona, como narrador personaje, pero que tiene un carácter distintivo que hace que no sólo él sino que la narración sean muy diferentes a las de una novela habitual.
El narrador, Christopher Boone, es un alumno de una escuela especial, y lo es no porque su inteligencia esté por debajo de lo normal, sino porque su capacidad para relacionarse con el mundo es totalmente distinta. Afectado por el autismo o por el Asperger, el protagonista narra su relación con el mundo desde su racional y falto de emoción punto de vista.
No puede cambiar de opinión. La realidad es una gran cantidad de datos para él. Y su cerebro necesita descodificarlos uno a uno, por ello huye de las multitudes, gime, se pone en posición fetal, sufre. Su visión asentimental y puramente racional del mundo le lleva también a no poder entender a los demás, a no poder trasponer su propia persona y ponerse en el lugar de los otros. Sólo es capaz de sentir las emociones básicas.
Pese a ello, Boone nos lleva a su propio mundo y nos traslada, desde su visión aséptica un mundo emocionante y racional en el que se mueve torpemente, y que sólo puede comprender desde un punto de vista racional y matemático.
Eso crea una novela divertida, emocionante y excepcional en la que podemos conocer a Boone, su mundo y sus aventuras.
En El curioso incidente del perro a medianoche encontramos un personaje totalmente distinto, un personaje que narra los hechos de la novela en primera persona, como narrador personaje, pero que tiene un carácter distintivo que hace que no sólo él sino que la narración sean muy diferentes a las de una novela habitual.
El narrador, Christopher Boone, es un alumno de una escuela especial, y lo es no porque su inteligencia esté por debajo de lo normal, sino porque su capacidad para relacionarse con el mundo es totalmente distinta. Afectado por el autismo o por el Asperger, el protagonista narra su relación con el mundo desde su racional y falto de emoción punto de vista.
No puede cambiar de opinión. La realidad es una gran cantidad de datos para él. Y su cerebro necesita descodificarlos uno a uno, por ello huye de las multitudes, gime, se pone en posición fetal, sufre. Su visión asentimental y puramente racional del mundo le lleva también a no poder entender a los demás, a no poder trasponer su propia persona y ponerse en el lugar de los otros. Sólo es capaz de sentir las emociones básicas.
Pese a ello, Boone nos lleva a su propio mundo y nos traslada, desde su visión aséptica un mundo emocionante y racional en el que se mueve torpemente, y que sólo puede comprender desde un punto de vista racional y matemático.
Eso crea una novela divertida, emocionante y excepcional en la que podemos conocer a Boone, su mundo y sus aventuras.
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