La capacidad humana para el bien y para
el mal parece infinita. Los hombres son capaces de realizar las
hazañas más increíbles por el bien de los demás. Altruismo y
entrega a los demás, para hacer que el mundo sea mejor, mucho mejor
de lo que es y que quienes lo habitan estén mejor en él.
Pero el mal ejerce sobre nosotros un
efecto hipnotizador. Y muchos han tratado de analizar un
comportamiento tan llamativo y contrario a todas las leyes humanas y
morales como es el del mal. Para ello se han creado ficciones sobre
los malvados, sobre el mal y por qué se comporta como tal, y cómo
consiguen hacer el mal sin que nada en su cabeza obstaculice su
comportamiento.
Dexter es un ejemplo del mal que atrae.
El personaje es un malo en potencia. El malvado por antonomasia que
mata sin sentimiento y que sin ese sentimiento se deshumaniza y
realiza los más malvados actos. Pero Dexter tiene trampa. Su
comportamiento natural ha sido modificado por su padre. Y de un
malvado surge un héroe. Cumple con su función de matar. Pero sólo
mata a malvados. Sigue un código. No moral, sino un código que su
padre le impuso.
Hannibal Lecter es otro gran ejemplo de
malvado que atrae. Su historia ha dado lugar a varias novelas, varias
películas e incluso una serie de televisión. Él no tiene un código
que le lleve a actuar contra los malvados. Él sólo cumple con su
deseo. Con su sed de matar y cumplir con su ritual. Y su deseo le
lleva al mal. De ahí que a su alrededor se cree un aura de contra
heroísmo. Un personaje que muestra todas las características que no
queremos en un protagonista. Pero un personaje del que nos atrae su
forma de actuar. Sus acciones. Que queremos, en el fondo, que huya,
que escape, que consiga su propósito. Que siga siendo malvado.
El Joker de Batman es otro ejemplo de
malvado que actúa sin más, sin otra motivación que crear el mal,
la confusión, el caos, que destruir la sociedad que se desarrolla de
una manera ordenada. Para ello incumple las normas, asesina, roba,
extorsiona. Y acaba por ser un personaje tan atractivo que muchos ven
en El caballero oscuro no la epopeya de Batman, sino la del
Jocker, la historia de ese ser ansioso de maldad que incumple todas
las normas sociales y morales para destruir la sociedad. Para
destruir sin más. Batman, en el otro lado, sólo intenta mantener la
sociedad, que siga en pie y que siga siendo como debe ser. Pero para
ello debe comportarse como un malvado. De ahí sus dudas. De ahí la
complejidad de ese otro personaje: el héroe.
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