Publicidad

martes, julio 16, 2013

CLÁSICOS OBLIGATORIOS

¿Existen los clásicos? No me refiero a los clásicos estrictos, que son tenidos por todos como algo insustituible y que han contribuido a la cultura de la humanidad influyendo a su vez en múltiples creadores, o creando ellos mismos géneros o personajes o tramas perdurables y siempre vigentes. Me refiero más bien a los “imperdibles”.

¿Existe en la cultura algo obligatorio? ¿Existen productos culturales que sean de obligado conocimiento y cumplimiento? Con productos culturales hablo de pinturas, esculturas, músicas, poemas o narraciones. ¿Es obligatorio leer, contemplar o conocer determinadas obras? ¿Y si es obligatorio, cuándo deberían conocerse? ¿Qué motivación debería ser la que nos llevara a conocerlos? ¿La obligación? ¿La calidad? ¿La escuela?

Todas estas preguntas parecen claras. La respuesta no lo es tanto. Tal vez sí debería haber productos imperdonables, obligatorios, pero deberían serlo por elección de los espectadores, de los consumidores de productos culturales o artísticos. Aunque también podría decirse que no, que nada es obligatorio, que todo lo obligatorio deviene en aburrido y en camino conducido por otros. La obligatoriedad parece no casar muy bien con la cultura o con el arte.

Hamlet, La Traviata, Casablanca, La Gioconda, son productos culturales universalmente conocidos, y lo son básicamente por su calidad, porque han influido en el resto de artistas, porque han servido de inspiración y de base para otros artistas o espectadores.

Y los son porque han tenido éxito desde el principio, porque son considerados clásicos desde su propio inicio. Y han durado años y años siendo lo que son, siendo casi obligatorios para todos aquellos que ni siquiera conocen el resto de sus géneros, el resto de la producción de sus autores.

Existen los clásicos. No existe la obligatoriedad. Pero pese a ello, todos son conocidos e influyentes. Así que aunque no son obligatorios, son tan influyentes, tan atractivos, que no podemos decirles que no. Al menos no en la cultura occidental.  



No hay comentarios: