Me dijiste que saliste a comprarlo sólo
para usarlo en las cartas. No era de un rojo intenso, era más bien
granate. Ese pintalabios granate firmaba el final de tus cartas. Tres
besos finales después de tu nombre. Dos difuminados y uno más firme
en el centro. Tres besos finales en el final de tus cartas. Yo besaba
sólo los del centro, los más firmes, los más grandes. Besaba tus
labios de papel sintiendo que eran suaves como tus labios reales.
En las cartas no contabas nada
especial. Llegaban cada dos días. A veces cada tres. Contabas tus
días. Las escribías por la noche, cuando estabas tranquila y sola
en tu habitación. Había pasado el día y me contabas lo que habías
hecho, lo que había sucedido. Tus paseos por el pueblo caluroso. Tus
días solitarios. Tus días locos y divertidos con tus amigas.
Yo no contestaba a tus cartas. Nunca lo
había hecho y nunca lo haría. Las primeras tardé mucho en
abrirlas. No quería saber nada de ti. Yo nunca lloro, pero por ti
debería haberlo hecho. El primer beso a tus labios de papel lo di
sin pensarlo. Luego abría las cartas no por saber de ti, sino por
besar esos labios finales que tú me mandabas.
En las cartas no hablablas de él. Yo lo
encontraba en las cosas que no contabas. Notaba su presencia en los
huecos de la narración de tus días. Lo notaba en tu felicidad. Le
agradecía que te estuviera haciendo feliz. No quería pensar que
besaba tus labios de verdad, sin pintalabios, sin papel, tus labios
de carne en sus labios.
Quería besar tus labios de papel, pero
no quería que me mandaras más cartas. No quería saber nada de ti.
Y tú te empeñabas en seguir en mi vida. Ese verano besé otros
labios de carne. Labios también llenos de colores intensos. Rojos. Y
rosas. Pero no tenían la suavidad de los tuyos. Ni siquiera la
suavidad de tus labios de papel.
El verano pasó y dejaron de llegar
cartas. Dejé de saber de ti. Imaginaba tu futuro a su lado. Te
imaginaba feliz al fin. Te imaginaba contenta en tu ciudad pequeña y
entre sus brazos. Yo no dejaba de pensar en ti. No dejé de hacerlo
nunca. Durante años besé tus labios de papel las noches tristes.
Las noches alegres. Besé tus labios de papel, mucho mejores que
otros labios de carne.
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