Salí a dar una vuelta por la razón por la que salgo siempre, no ver más a mi mujer. Es una actividad absurda, porque siempre que vuelvo mi mujer sigue allí, pero nunca pierdo la esperanza. Caminaba sin rumbo cuando tropecé con un amigo mío. No recordaba que era mi amigo y no lo habría sabido si no me hubiera llamado por mi nombre.
Me contó que había salido a la calle a dar un paseo preocupado por la la Prima de Riesgo. Por lo visto se está elevando tanto que puede explotar y dejarnos a todos en pelotas. O eso dijo mi amigo. Para que se calmara un poco fuimos a la casa de mi amiga Rita, que no se llama Rita, pero que es muy amable.
Rita le hizo a mi amigo una demostración de por qué su casa está sólo llena de mujeres y por qué hay que entrar allí sin que los vecinos te vean. También le cobró 50 euros. Pero mi amigo se calmó una barbaridad y dejó de hablar de la Prima de Riesgo para hablar de la prima de Rita que también estaba por la casa pero cuyos servicios eran más elevados.
Ahora sólo se preocupa por la elevación de la Prima de Rita, pero porque no sabe vivir sin preocuparse.
1 comentario:
Me gusta mucho cómo dices las cosas que dices. Espero que no te moleste mi suscripción a tu blog. Me gusta la gente que piensa en voz alta y me gustaría leer más pensamientos.
Preciosas las fotos de Laetitia. Un saludo, alma sensible.
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