La ciudad ha abrasado mi esperanza. Días y días sin dormir, buscando la sombra cada rato que se está fuera, huyendo de las horas y la luz. Las gentes han desaparecido, las tiendas están vacías, camino envuelto en sudor y furor, en cansancio y odio.
Quisiera destruir la ciudad, destruirme a mí mismo, pero tengo una misión. Te busco por todas partes a pesar de todo. Sé que no eres mi misión, sé que no voy a encontrarte, pero lo hago. He pensando tantas veces en ese momento. Lo he soñado despierto. Es lo único que me da fuerzas y esperanzas.
La ciudad me hiere, me duele. Su odio, su asco, su suciedad. Las niñas enfermas que se venden. Lo hombres que compran. Todo está corrupto. Todo está ya muerto. Por eso hay que destruirlo todo. Incluso a mí. Y empezar de cero. Arrancar los pilares de la ciudad. Construir otra cosas. Y que las niñas vuelvan a ser puras. Y los hombres hombres.
La ciudad ha abrasado mi esperanza. Ayer recordé tu nombre y lo repetí mil veces mientras andaba. Una vez cada paso. Nunca más lo olvidaré.
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