La diferencia estaba en el hecho de ser el hombre que yo era, en ser yo mismo, o en ser el hombre que ella quería que fuese. El hombre que ella pudiese amar. Hacerme amable para ella o seguir siendo el mismo hombre, el que era. Esa era la discusión que mantenía conmigo continuamente. La de seguir siendo o la de ser otro. La de ser como él. Y la de ser otro cada vez que ella quisiera que fuera otro. No vivir mi vida sino la que ella quisiera que yo viviera. Ser quién ella quisiera cada vez que ella lo quisiera. La contrapartida era clara, yo no sería yo. Pero la tendría a ella. De la otra manera sería yo, pero estaría sin ella. ¿En cuál de los dos lugares estaba la felicidad?
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