Conducía por un carretera, que son esas cosas que van de la nada a ningún sitio, cuando de repente me encontré metido en una cola de coches. Como no soy de preguntar, seguí la cola que se movía lentamente y esperé a ver a dónde me llevaba. Los coches estaban llenos de gente, cosa que me sorprendió, y de flores, cosa que me sorprendió un poco menos.
Después de casi dos horas la mar de divertidas en primera, segunda, punto muerto y cantando canciones de la radio, me encontré en un aparcamiento bastante lleno. Conseguí un sitio media hora más tarde y bajé para ver que espectáculo motivaba esa afluencia. Yo esperaba un concierto. O al menos un mitin político, que me divierten un montón porque te dan una banderita que mover todo el rato y no hay nada más divertido que eso.
Pero no, estaba en un cementerio, que por lo que vi son lugares llenos de gente y la mar de entretenidos, porque siempre hay gente dando voces, hablando sola, dejando flores y saludando a todo el mundo. Algo así como un bar de noche, pero en pleno día y sin música alta.
La gente estaba muy contenta de saber leer, porque leían todos los letreros que veían en voz alta y decían, mira qué bien. Los planes del ministerio para fomentar la lectura funcionan sin ninguna duda.
Como me aburría me uní a un corrillo en el que se decía, no somos nadie todo el rato, pero como yo si creo que soy alguien, me marché. Cosas de la vida.
Entretenimiento asegurado
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