Tenía la terapeuta un paciente a última hora. Ella los llama pacientes, y yo los llamo clientes, pero sólo porque se enfada. El caso es que un hombre que le tiene miedo a la oscuridad. Por eso la terapeuta le da hora al final de su jornada, porque ya es de noche y el paciente tiene que afrontar su miedo. Por eso y porque la tía piensa que te las pela.
La cuestión es que ese cliente que sólo puede salir de día (bueno, en verano sale más, pero porque hay más horas de luz) pensó en irse a vivir a Alaska, pero cuando la terapeuta le explicó que también había 6 meses de oscuridad no le pareció tan bien. Por lo visto no es muy listo.
Así que la terapeuta le está diseñando un plan para ayudarle. Ha comprado reguladores de luz, le obliga a salir por las tardes y volver un poco tarde y le tapa los ojos siempre que puede. El hombre va controlando su miedo, pero le tiene un gran terror al cine. Eso ha hecho que deje a su novia, que se moría por ver la última de Brad Pitt.
O lo que es lo mismo, otra pareja destruida por ese hombre infame.
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