Publicidad

miércoles, noviembre 17, 2010

17 DE NOVIEMBRE

La lluvia irrita la garganta de la ciudad. Impide que respire como debe, para la circulación, las vidas de la gente. Los paraguas paran el normal transcurrir de las gentes por las calles. La única solución es apartarse a un lado, dejar a la ciudad que se trague a sí misma, que se trague todo este agua manchado de aceite de motor y pesticidas.

La lluvia también ensucia los píes de las gentes. Barro. Y agua sucia. Y todo este agua junta no se puede tragar. La lluvia también irrita los corazones de la ciudad. Laten a un ritmo extraño. Laten a un ritmo doloroso. Laten dolor y pena, laten angustia, descompás.

La lluvia abotarga las conciencias. Todo vale bajo la lluvia. Todo por no mojarse. Correr, empujar. Vale todo. Pisar al vecino. Sobar a su mujer. Todo se conjunta en un hilo continuo de agua impura, de agua manchada de sexo y amor idolatra, de amor injusto y falso, de amor que es mentira.

Y no llueve lo suficiente, nunca llueve lo suficiente para que el agua nos cubra a todos, para que el agua termine con la ciudad y su garganta. He encontrado tu paraguas.



No hay comentarios: