Pasaba por la calle luchando porque el viento no me volara cuando me crucé con un hombre que paseaba a su perro. Me dijo hola con la mano, porque según parece es mi vecino. Las normas sociales dicen que has de saludar a tu vecino, así que me acerqué y le di la mano, aunque no sé si me excedí, porque también le di dos besos.
Cuando vi el perro de mi vecino comprendí que era lo que me había estado despertando todas las noches del último mes. Osea que no ese ruido no lo hacían las tripas de mi mujer, que está otra vez a dieta.
El perro es un animal más o menos de la altura de un perro (depende lo grande que sea, claro) y que tiene cuatro patas. Por lo demás no sirve para nada, porque no puede hacerte la cena, ni planchar, y en cambio tienes que sacarle todos los días de paseo a la calle y recoger sus cosillas. Total, que el perro es un animal que vive a todo trapo mientras tú te fastidias viéndole.
Le conté eso a mi vecino y miró raro al perro. Pero luego le dio un beso. Con lo que tendré que seguir echándole la culpa a mi mujer cuando me despierte por la noche. Cosas de la vida.
hermoso ejemplar
No hay comentarios:
Publicar un comentario