Cuando llueve se sienta en un bar con un café y lee el periódico. Deja pasar el rato hasta que la ve pasar. Paraguas en mano. Los mismos pasos fuertes. Los mismos tacones. Sólo el ruido es distinto. Se mezcla con una especie de chapoteo. Aunque desde el bar no se oye. El trayecto desde la ventana del bar es mucho más corto. Y si se empeñan los cristales es más soñado que real. Sueña el sonido chapoteante de los tacones y la silueta que se dibuja y se pierde en una bruma de vaho.
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