Él camina despacio por la calle y cuando se cruza con ella trata de no mirarla. Espera a que ella pase y se da la vuelta, deseando que nadie le vea, para verla marchar, para verla pasar. El sonido de sus tacones ha producido una vez más en él una doble sensación, miedo y deseo. Y como siempre han prevalecido sobre todo lo demás. La desea tanto. Le tiene tanto miedo. A veces cuando ha terminado de pasar se cuela en la estela que su perfume ha dejado en el aire. Casi nunca hay nada en ese perfume, pero hoy sí. Un olor que parece vainilla. Ha notado que su mano se ha cogido con más fuerza a su bolso. Entra en un lugar. Vuelve las manos a su espalda y se recrea en el pensamiento de un día tal vez. Y camina por la calle despacio, haciendo ver que no tiene prisa, que nadie le espera en ningún sitio.
1 comentario:
me gusta esta historia de tacones!! sigue con ella..!!! ahhh odio los tacones!
Publicar un comentario