Sorprendentemente en este contexto de gran crisis económica en la que todos los sectores pierden dinero y en el que se vende menos de todo, el mercado del arte está cada vez más lanzado y vende cada vez más y por más dinero.
Las galerías están compitiendo con los museos, donde los artistas no pueden llegar, y donde los compradores no pueden comprar. Así que las galerías de arte, que además se han visto beneficiadas con la bajada del IVA, se están convirtiendo en dos establecimientos artísticos a la vez.
Son por un lado un museo, donde se imita las formas y la literatura propia de los museos. Exposiciones, catálogos y otros instrumentos propios de los museos han sido copiados por los galeristas que ahora podría decirse que forman parte del entramado de museos que encontramos en nuestro país.
Pero además de un museo, son establecimientos donde se comercia con el arte. Venden y producen beneficios en los autores que se convierten así en profesionales de su ocupación y pueden seguir produciendo y vivir de ello.
Varios problemas se plantean. El de la titularidad de las obras es el primero. Si son privadas, no están en un museo y por tanto no pertenecen ni pueden ser visitadas por todos. Por otro lado está la dictadura del mercado. Si lo producido está hecho para ser vendido, puede que el artista busque su mantenimiento en lugar de la superación de sus antiguas formas artísticas.
El artista, bajo la dictadura del mercado, pude verse obligado a producir arte vendible, a producir arte que sea del gusto de los compradores y no arte que tenga validez en sí mismo.
Las galerías mantienen el arte vivo y gracias a ello los artistas pueden vivir y producir. Y mientras no interfieran en la capacidad e independencia de esos artistas, será una buena noticia que su negocio crezca y que puedan incluso hacer la competencia a los museos.
Las galerías están compitiendo con los museos, donde los artistas no pueden llegar, y donde los compradores no pueden comprar. Así que las galerías de arte, que además se han visto beneficiadas con la bajada del IVA, se están convirtiendo en dos establecimientos artísticos a la vez.
Son por un lado un museo, donde se imita las formas y la literatura propia de los museos. Exposiciones, catálogos y otros instrumentos propios de los museos han sido copiados por los galeristas que ahora podría decirse que forman parte del entramado de museos que encontramos en nuestro país.
Pero además de un museo, son establecimientos donde se comercia con el arte. Venden y producen beneficios en los autores que se convierten así en profesionales de su ocupación y pueden seguir produciendo y vivir de ello.
Varios problemas se plantean. El de la titularidad de las obras es el primero. Si son privadas, no están en un museo y por tanto no pertenecen ni pueden ser visitadas por todos. Por otro lado está la dictadura del mercado. Si lo producido está hecho para ser vendido, puede que el artista busque su mantenimiento en lugar de la superación de sus antiguas formas artísticas.
El artista, bajo la dictadura del mercado, pude verse obligado a producir arte vendible, a producir arte que sea del gusto de los compradores y no arte que tenga validez en sí mismo.
Las galerías mantienen el arte vivo y gracias a ello los artistas pueden vivir y producir. Y mientras no interfieran en la capacidad e independencia de esos artistas, será una buena noticia que su negocio crezca y que puedan incluso hacer la competencia a los museos.
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