Si ha habido un poeta consciente de su arte, de su papel en el mundo de la poesía, de su capacidad para crear y para mejorar lo creado, ese fue Juan Ramón Jiménez, siempre poco leído, poco mencionado y un tanto olvidado para todo lo que no sean los estudios de bachillerato.
Hombre de sensaciones exacerbadas, de emociones a flor de piel, fue un eterno enfermo de hipocondría, de dolores reales e imaginarios que le tuvieron tan ocupado como la literatura. Realmente si no hubiera estado tan ocupado en sus problemas físicos, en su preocupación por las enfermedades, hubiera podido llegar aún más alto. O al menos eso es lo que él pensaba.
En la autobiografía que no llegó a terminar habla de sus sensaciones, de sus problemas de salud, de su relación con otros poetas. Juan Ramón se sentía ninguneado, maltratado constantemente por sus coetáneos.
Se sentía maldecido y parodiado. Tomó bajo su protección a muchos de los poetas del 27, pero su relación acabó siendo una confrontación. Pedro Salinas, quizá el poeta del 27 que estuvo más cercano a Juan Ramón, no entendió nunca por qué Juan Ramón le dio de lado, por qué hablaba tan mal de su poesía, por qué le acusó de no tener nada de poesía en sus palabras.
Pero es Juan Ramón el que se siente odiado y ninguneado por los poetas del 27. Se siente tratado como una mujer frente a ellos que son los hombres y se burlan de él.
En su autobiografía que ahora se publica deja constancia de todas esas cosas. De su lucha interior contra la enfermedad, contra él mismo, de su capacidad poética que él mismo sentía y conocía, de su relación con otros poetas, de la sensación que tenía de la recepción de su obra. Palabras de Juan Ramón sobre él mismo, su poesía y el mundo en el que vivió.
Hombre de sensaciones exacerbadas, de emociones a flor de piel, fue un eterno enfermo de hipocondría, de dolores reales e imaginarios que le tuvieron tan ocupado como la literatura. Realmente si no hubiera estado tan ocupado en sus problemas físicos, en su preocupación por las enfermedades, hubiera podido llegar aún más alto. O al menos eso es lo que él pensaba.
En la autobiografía que no llegó a terminar habla de sus sensaciones, de sus problemas de salud, de su relación con otros poetas. Juan Ramón se sentía ninguneado, maltratado constantemente por sus coetáneos.
Se sentía maldecido y parodiado. Tomó bajo su protección a muchos de los poetas del 27, pero su relación acabó siendo una confrontación. Pedro Salinas, quizá el poeta del 27 que estuvo más cercano a Juan Ramón, no entendió nunca por qué Juan Ramón le dio de lado, por qué hablaba tan mal de su poesía, por qué le acusó de no tener nada de poesía en sus palabras.
Pero es Juan Ramón el que se siente odiado y ninguneado por los poetas del 27. Se siente tratado como una mujer frente a ellos que son los hombres y se burlan de él.
En su autobiografía que ahora se publica deja constancia de todas esas cosas. De su lucha interior contra la enfermedad, contra él mismo, de su capacidad poética que él mismo sentía y conocía, de su relación con otros poetas, de la sensación que tenía de la recepción de su obra. Palabras de Juan Ramón sobre él mismo, su poesía y el mundo en el que vivió.
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