La fascinación del cine por Roma viene
de muy lejos. Permite contar películas que recrean un pasado
glorioso, donde había intrigas, asesinatos, guerras, bellas y
míticas mujeres, costumbres extrañas y luchas de gladiadores. Todo
eso junto puede conllevar una buena historia, o al menos, un par de
horas muy entretenidas.
Las películas de romanos eran caras.
Hacían falta muchos extras, hacía falta un decorado lujoso y
suntuoso y hacía falta atención al detalle para que todo quedara
bien hecho y no hubiera errores históricos o anacronismos. Al ser
caras, muchas son grandes películas, o al menos grandes
espectáculos. Algo que no podemos decir de las últimas películas
sobre Roma, La última legión es un ejemplo de un género que
ha perdido grandiosidad de antaño.
Además, las películas contaban una
historia que había sucedido, o que tenía un trasfondo histórico
real. Las narraciones históricas siempre han interesado (véase
ahora el auge de la novela histórica que todo lo invade). Servían
pues, para ejemplicar el pasado de muchos pueblos y para simular un
período histórico.
Pero su historicidad es cuanto menos
discutible: Cómodo no murió a manos de un gladiador, aunque sí
participó en combates de gladiadores. Tampoco se volvió a la
república tras su muerte. Tras cruentas guerras civiles y el ascenso
y descenso de muchos al trono imperial, Séptimio Severo acabó
imponiéndose y consolidando un gobierno, imperial, por supuesto.
Tampoco los guionistas de la serie
Hispania estuvieron acertados. Viriato presenció la masacre
de Lusitanos que ordenó Galba tras una estratagema. Pero el ascenso
de Viriato como héroe contra Roma se produce cuando ya Galba está
en Roma y está además siendo juzgado por su actuación como pretor
en Hispania y sus crímenes contra los Lusitanos.
Aún así, las películas de romanos,
propias de esta época del año, no dejan de ser uno de los mayores
espectáculos del cine. Imposible olvidar las lágrimas falsas de
Peter Ustinov en Quo Vadis? La carrera de gladiadores en Ben
Hur, el desfile de tropas en La caída del Imperio Romano,
la presentación de Máximo en el coliseo en Gladiator o, por
supuesto, el “yo soy Espartaco” de la película de Stanley
Kubrick.
No hay comentarios:
Publicar un comentario