En este período interpapas he
aprovechado para cometer un montón de pecados. La Iglesia estaba sin
poder y nadie miraba lo que yo estaba haciendo, porque no soy
papable, aunque a algunos les extrañe ese hecho.
Aprovechando ese vacío de poder y esa
incertidumbre interna que tenían todos los hombres piadosos que
conocía, he pasado unas vacaciones de la moral que me han sentado la
mar de bien. He hecho todo lo que llevaba tiempo queriendo hacer y
no podía por el temor a ser juzgado por la Iglesia y sus jerifaltes,
que no son gente muy piadosa, pese a lo que se cree.
Lo primero de todo fue dejar de ir a
misa. El jefe no está, no van a saber lo que hago. Lo segundo fue
dejar de rezar todas las noches el cuatro esquinitas tiene mi cama.
No tenía ningún sentido si no iba a misa. Tengo que reconocer que
esto ha sido lo más difícil porque no puedo dormirme si no lo rezo
antes. De hecho cuando no duermo solo me voy al baño un minutillo y
lo digo rápido con la luz apagada con la excusa de que voy a asearme
un poco.
Además cometí muchos otros pecados:
bebí cerveza después de las 12. Este pecado no viene en la Biblia,
pero mi tía nunca me dejó. Ha sido una venganza contra ella. Dejé
de ducharme. Pero esto volví a hacerlo al tercer día. Las mujeres
me huían. Escuché heavy metal. Aunque no mucho, la verdad. Es la
música del diablo está claro: la usa para martirizar a los
condenados.
Lo que más he hecho ha sido
masturbarme, claro que eso lo hago siempre, así que no ha supuesto
ningún cambio. He intentado practicar sexo, pero como siempre me lo
han impedido mi falta de dinero y mi poca habilidad con las mujeres.
Se me ocurrió practicar sexo homosexual, porque la Iglesia lo
critica mucho, pero he sido incapaz de excitarme viendo un hombre
desnudo.
Total, que lo he pasado muy bien este
tiempo. Ahora que hay un nuevo papa, tendré que volver al redil y
tendré que portarme bien, no vaya a ser que el año que viene me
quede sin regalos de Navidad.
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