Lloverás en la lluvia. Calmadamente
caerás sobre la tierra y lo empaparás todo de ti. En el fondo de
los charcos tu imagen será una onda que se amplía y llena todo ese
pequeño océano provisional. Las plantas y los árboles gotearán
agredecidos pequeños restos de ti, alegres restos de ti que nutrirán
sus raíces.
Lloverás en la lluvia y yo miraré por
la ventana cómo caes permanentemente en el mundo, como lo llenas
todo de ti. Los únicos que estarán a salvo de ti serán los que
miren desde las ventanas, los que estén resguardados por un techo.
Serán los unicos que no sentirán tu roce frío y húmedo y carnal.
Tu roce vital e imprescindible.
Lloverás en la lluvia como un recuerdo
de todo lo que fuimos tú y yo un día. Lloverás acciones y palabras
y deseos. Lloverás todo lo que fuimos sobre los coches en movimiento
y sobre las aceras quietas. Lloverás indiscriminadamente lo que
antes era sólo para mí. Y yo te compartiré con el mundo como antes
te compartí con el mundo y los hombres.
Lloverás en la lluvia y yo no podré
escapar de ti. Mis paraguas y mis sombreros no podrán parar esa
lluvia fina o violenta que sobre mí arrojarás. Y una vez más me
empaparás entero, te meterás hasta lo más hondo de mí sin
escapatoria posible. No podré escapar de ti aunque corra. Siempre
llegará una gota y me mojará de ti, me llenará de ti sin
misericordia.
Lloverás en la lluvia y todo el olvido
que yo eché sobre ti se acabará, se extingirá, será nada.
Lloverás en la lluvia y lloverás contra mí y mi olvido. Todo lo
que dije volverá a ser dicho. Todo el pasado se repetirá en cada
gota, porque cada gota contendrá la narración exacta de todo lo que
pasamos tú y yo.
Lloverás en la lluvia y yo me rendiré.
Me calaré otra vez de ti. Me quedaré, otra vez, sin dormir, sentado
en la cama mientras veo llover y pienso que no, que siempre no, que
tú no.
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