En algún momento del camino resulta
que todos los temas sobre los que se podía hablar se convirtieron
sólo en uno: el amor. La música pop lo demuestra. Casi 50 años
hablando de lo mismo. Es, como se diría en música clásica, un tema
con variaciones.
¿Puede decir algo nuevo el pop? No.
Siempre habla de lo mismo. Su tema es sólo uno, el amor. Es un tema
al que da vueltas y retuerce. Cambia el cómo se canta al amor, pero
casi nunca cambia que el amor sea el tema.
Amores felices, desgraciados, tétricos,
inexistentes, fingidos, aburridos, temerarios, añorados, deseados y
todo las vertientes que el ábanico ofrece. Pero nada más que eso.
Sólo hay un tema en el pop, el amor.
La cuestión a la que se enfrentan los
grupos es personal. Cómo contar desde mi punto de vista lo que ya
han contado, seguramente mejor, lo que muchos otros ya han contado.
La suerte para los músicos es que el público se renueva. Los
antiguos oyentes se quedan con sus canciones y los nuevos necesitan
de otras, que digan lo mismo que las otras, pero con otras palabras.
Y así gira la rueda del pop que no se
actualiza ni se renueva, simplemente dice lo mismo con otras
palabras. Tal vez cambien los acordes. O cambie el vestuario. O
cambie todo lo que es posible cambiar, menos la letra. Esa no
cambiará.
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