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martes, marzo 12, 2013

DISTOPÍA E HISTORIA

Dada la realidad en la que vivimos, cualquier distopía se presenta como un reflejo plausible de nuestro mundo actual o de nuestro futuro cercano. Una distopía es lo contrario a una utopía, muestra los mundos fracasados o imperfectos que pudieron ser. Si una utopía tiende a mostrar la felicidad, la distopía muestra lo contrario.

Si colocamos el actual momento histórico ante un espejo, se producirá un efecto reflejo que nos mostrará las coincidencias con distopías conocidas por todos. Se ve que es pausible un futuro 1984 orwelliano o incluso a largo plazo un futuro más similar al que H. G. Wells mostraba en La máquina del tiempo, con una sociedad divida entre una clase superior feliz y perfecta y una clase olvidada recluida en la ferocidad y la violencia.

Pero tal vez el mejor reflejo no lo devuelvan las obras de ficción, los reflejos que veremos serán los de los libros de historia. Cualquier época histórica de crisis se asemejará a la presente. Los períodos convulsos de la República romana que acabó en la transformación del sistema en un Imperio o tramos de la historia de ese mismo Imperio, rodeados de crisis económicas, leyes restrictivas, mandatarios incapaces y supremos desfalcos nos recuerdan que esto que pasa ya ha pasado y como en una confirmación nietzcheniana han retornado.

Caulquier período de guerra global que se ponga frente a la actual tesitura se nos aparecerá también como un igual. Vidas abandonadas, prioridades equivocadas, sociedades cambiantes, pérdida de libertades. Otras crisis económicas (1929). Otras crisis políticas (Revoluciones del XIX). Otras crisis sociales (auge de los totalitarismos en cualquier época) han vuelto para reflejarse en el espejo de la realidad.

La ficción ha creado muchos mundos fracasados posibles, pero la historia nos los muestra tal y como fueron. Y hay decenas de ellos.





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