Un concierto de Dry Martina tiene
muchos alicientes y muchas cosas por ver, disfrutar y sobre todo
escuchar.
En un concierto de Dry Martina lo
primero en lo que te fijas es en el más difícil todavía del
trombón. Porque no es sólo el trombón, es la guitarra, ocho tipos
distintos de percusiones, los pedales, bailar. Hay que ser muy
multitarea para llegar a todo.
En un concierto de Dry Martina hay dos
versiones de Louis Prima. Enormes. Geniales. Casi es como estar con
Prima y Sam Buttera en un club americano en los 50.
Lo mejor de un concierto de Dry Martina
es el sonido. Mucho mejor de lo que se podría esperar en esa sala.
Mucho mejor que casi ningún grupo en directo. Y además suenan con
la voz de Laura, que es maravillosa.
Como son conciertos en salas pequeñas
dan para todo. Para hablar después con los músicos. Para que te
firmen el disco. Para comprobar que tienen acento malagueño al
hablar pero no al cantar. Para comprar sus discos. Para ver lo
difícil que es sacar un contrabajo de un discoteca un viernes por la
noche.
Un concierto de Dry Martina da para
bailar mucho. Y para ver cómo bailan los demás. Y como se lesionan
las partes íntimas con golpes de cabeza.
En un concierto de Dry Martina puedes
escuchar Amapolas, que no está en el disco pero es un temazo.
Y sobre todo un concierto de Dry
Martina da para pasar un fin de semana divertido, porque se te quedan
cosas grabadas que luego cuentas y comentas y te miran con envidia y
te duran varios días. Y luego sólo puedes pensar en volver en
cuanto puedas.
Así que yo que vosotros no me perdería
sus conciertos y en cuanto estuvieran cerca, correría a verlos.
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