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martes, febrero 19, 2013

THE HOLE NO ES UN MUSICAL, PERO NO TE LO PIERDAS

Sin mucha información entré en el teatro Calderón. El teatro en sí mismo es una locura y está necesitado de una reforma urgente. O si no urgente, al menos necesaria. Hay que buscar la postura muy bien para no clavarte la butaca de delante en las rodillas. Y para no clavarle las rodillas al pobre señor de delante.

Esta sensación caótica se refuerza en el escenario. Gente que va y que viene todo el rato. Movimiento continuo a través de las mesas (ojo, mesas y no patio de butacas, en lo que sería la platea hay mesas y sillas simulando un cabaret, o un club, o una terraza de verano) de acomodadores y camareros. Incluso en el escenario.

Luego comienza el espectáculo. Y las sorpresas. Algunas sorpresas son muy sorprendentes, otras no tanto. Algunas gustan, otras no tanto. La primera no gusta, pero tiene cierta gracia. Los chicos que hacían de acomodadores cantan "a capella" una bienvenida y al darse la vuelta enseñan su culo al público. Se pasan la función con el culo al aire. Y no son culos bonitos.

Después de ver otros musicales, te das cuenta de que The Hole no lo es. Hay canciones, sí. Hay baile, sí. Hay actuación, sí. Pero no es un musical. Es más una revista de variedades. En el inicio del género la revista contaba temas de actualidad con humor. De ahí el nombre de revista. Y The Hole está pegado a la actualidad. No la cuenta, pero la desmenuza en los monólogos. La utiliza. Después se fue desplazando la revista hacia el vodeville o hacia un musical con interrupciones musicales. En esas cosas se parece mucho The Hole a la revista.

The Hole cuenta una historia de amor entre un hombre y una rata. Y lo cuenta con mucha gracia. Con algunas dosis de absurdo y con la maestría de un protagonista al que me quedé con ganas de aplaudir más, pero fue el único que no pidió para sí el aplauso.

Por supuesto hay canciones y bailes, y un DJ antes y en el descanso. Y hay espectáculos acrobáticos y Striptease. Y desnudos integrales. Algunos con muchas dosis de emoción (los números de la cuerda que cuelga del techo son bastante emocionantes, así como la exhibición de baile en patines en una escalera) y otros bastante poco interesantes (los stripteases femenino y masculino, los besos lésbicos y algunos bailes no me lo parecieron).

Pero si por algo destaca es por la exhibición de inteligencia, actuación y gracia de su protagonista. Su interacción con el público, su historia de amor con María del Mar, sus monólogos, su aire de Freddy Mercury, todo es bueno, todo es divertido, todo destila buen hacer.

Un espectáculo diferente, sin argumento estricto, marcado por la gracia del protagonista y por una estética bizarra muy interesante. Yo que fui sin mucha información, salí muy satisfecho, habiendo sufrido y habiéndome reído mucho. Así que realmente te recomiendo que lo veas.




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