Sin mucha información entré en el
teatro Calderón. El teatro en sí mismo es una locura y está
necesitado de una reforma urgente. O si no urgente, al menos
necesaria. Hay que buscar la postura muy bien para no clavarte la
butaca de delante en las rodillas. Y para no clavarle las rodillas al
pobre señor de delante.
Esta sensación caótica se refuerza en
el escenario. Gente que va y que viene todo el rato. Movimiento
continuo a través de las mesas (ojo, mesas y no patio de butacas, en
lo que sería la platea hay mesas y sillas simulando un cabaret, o un
club, o una terraza de verano) de acomodadores y camareros. Incluso
en el escenario.
Luego comienza el espectáculo. Y las
sorpresas. Algunas sorpresas son muy sorprendentes, otras no tanto.
Algunas gustan, otras no tanto. La primera no gusta, pero tiene cierta gracia. Los chicos que hacían de acomodadores cantan "a capella" una
bienvenida y al darse la vuelta enseñan su culo al público. Se
pasan la función con el culo al aire. Y no son culos bonitos.
Después de ver otros musicales, te das
cuenta de que The Hole no lo es. Hay canciones, sí. Hay baile, sí.
Hay actuación, sí. Pero no es un musical. Es más una revista de
variedades. En el inicio del género la revista contaba temas de
actualidad con humor. De ahí el nombre de revista. Y The Hole está
pegado a la actualidad. No la cuenta, pero la desmenuza en los
monólogos. La utiliza. Después se fue desplazando la revista hacia
el vodeville o hacia un musical con interrupciones musicales. En esas cosas se parece mucho The Hole a la revista.
The Hole cuenta una historia de amor
entre un hombre y una rata. Y lo cuenta con mucha gracia. Con algunas
dosis de absurdo y con la maestría de un protagonista al que me
quedé con ganas de aplaudir más, pero fue el único que no pidió
para sí el aplauso.
Por supuesto hay canciones y bailes, y
un DJ antes y en el descanso. Y hay espectáculos acrobáticos y
Striptease. Y desnudos integrales. Algunos con muchas dosis de
emoción (los números de la cuerda que cuelga del techo son bastante
emocionantes, así como la exhibición de baile en patines en una
escalera) y otros bastante poco interesantes (los stripteases
femenino y masculino, los besos lésbicos y algunos bailes no me lo parecieron).
Pero si por algo destaca es por la
exhibición de inteligencia, actuación y gracia de su protagonista.
Su interacción con el público, su historia de amor con María del
Mar, sus monólogos, su aire de Freddy Mercury, todo es bueno, todo
es divertido, todo destila buen hacer.
Un espectáculo diferente, sin
argumento estricto, marcado por la gracia del protagonista y por una
estética bizarra muy interesante. Yo que fui sin mucha información,
salí muy satisfecho, habiendo sufrido y habiéndome reído mucho.
Así que realmente te recomiendo que lo veas.
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