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domingo, febrero 10, 2013

EN EL PROBADOR

El espejo de los probadores debe de tener truco. Reflejado en él me veo mucho mejor. Más alto. Más simpático. Más guapo. Mucho, mucho más delgado. Mis bíceps están más desarrollados. Mis abdominales están cerca de sacar los cuadritos que aseguran que lo estoy haciendo bien, que soy uno de los elegidos, uno de los buenos.

Con esa luz, mis dientes parecen más rectos, mucho menos torcidos. Y más blancos. Tiene mi sonrisa cierto brillo de estrella, como la de un presentador de la tele o un conquistador de cine. Mi piel parece más bronceada, como si hubiera estado tomando el sol durante varias horas ayudado de un buen bronceador.

Visto así, parezco el hombre idóneo para ti. Parezco todo lo que puedas necesitar. Todo lo que puedas querer. Todo lo que deseas que sea. Visto así, soy el hombre que deberías amar. Ese hombre que intento ser, ese hombre que te merezca. Mis ojos brillan, sonrío. Ya está. Esto es todo lo que quiero ser. No necesito más.

La ropa que he traído me queda muy bien. Los pantalones me marcan bien el paquete por delante, me hacen un culo redondo y deseable por detrás. La camisa se ajusta bien. No me hace tripa. Insinúa que mis bíceps podrían levantarte por los aire si fuera necesario. Todo junto es un conjunto único. Me convierto en uno más de esa especie de hombres que salen en la tele y tienen que quitarse a las chica de encima.

Compro la ropa. Fuera del probador, sonrío. Mi autoestima ha estirado. Le sonrío a la cajera. Me veo con la confianza para hablarle, insinuarme. Me sigue la sonrisa. Fuera de la tienda, la bolsa en la mano, todas las chicas parecen fijarse en mí. Todas notan el hombre que soy y que yo no había visto hasta llegar al probador, todas saben que soy su hombre, que soy El Hombre.

En casa, la ropa nueva puesta, busco los tickets para saber cuándo puedo devolver la ropa, todo me queda mal. Mi tripa se marca. Mis bíceps se caen. Mis dientes amarillean. Nada pega con mi cara, con mi estilo, conmigo. No soy ese hombre que vi antes. No soy el que fui dentro de el probador.




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