Cuando compré Little Broken Hearts,
el último disco de Norah Jones, abrí el libreto para ver cuántas
canciones eran suyas. De disco en disco el número de canciones
hechas y arregladas por ella ha ido subiendo. Una vez más el número
de canciones suyas había subido.
En el anterior disco, The Fall,
Norah había cambiado de equipo. Su pareja sentimental y musical, Lee
Alexander, ya no aparecía en los créditos. Había roto. Tal vez por
eso The Fall suena más triste. Por eso había canciones en él
como You've ruined me o I Wouldn't need yo. Por eso
Norah cantaba muy alegre Man of the hour, canción de amor
dedicada a su perro y a la vez canción de odio para su amante. El
disco contaba la ruptura desde el punto de vista de Norah, era una
crónica, un diario de lo sucedido.
En Little Broken Hearts sigue
habiendo canciones de desengaño, canciones lánguidas. Sigue
presente la sombra de esa ruptura, sigue teniendo el corazón roto.
Pero también hay una búsqueda de la felicidad After the fall, que,
sin embargo, aún no termina de llegar, que no consigue currar los
corazones rotos.
She's 22 (Ella tiene 22 y ella
te ama y tú nunca sabrás cómo eso me entristece) habla de la
felicidad. Y de la infelicidad. Sobre todo de la felicidad de él.
Norah pregunta continuamente “Does she make you happy?” ¿Te hace
ella feliz? También dice: Pareces feliz ¿Estás realmente feliz? Y
remata diciendo en el final me gustaría verte feliz.
Esa lucha, esa búsqueda y ese deseo de
felicidad los reclama en Happy Pills (píldoras de felicidad) “Please
just let me go”. Déjame ir. “Whit you gone i'm alive meakes me
feel like i took happy pills”, con tu marcha me siento como si
tomara píldoras para la felicidad.
Norah Jones está buscando su
felicidad, en su música y en sus canciones, en su vida. Y esa
búsqueda está en Little Broken Hearts, en esos corazones
rotos que buscan ser felices, que buscan la felicidad, incluso en
píldoras, pero que aún no consiguen encontrarla. Aún son corazones
rotos.
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