Hablábamos hace unas semanas de Before
Watchmen y de la reescritura de personajes ya existentes, es decir,
de escribir sobre personajes creados por otros. Before Watchmen tiene
el gran problema de que la obra original agota todas las
posibilidades y deja tan alto el listón que casi todo lo que venga
defraudará.
Pero la cuestión de reescribir
personajes, sin embargo, merece otras consideraciones. Siendo muchos
los personajes que han sido y están siendo reescritos continuamente
(del Quijote a Don Juan, del Hombre Invisible a Drácula) hay uno que
en los últimos años ha centrado toda una moda: Sherlock Holmes.
Una serie inglesa, que respeta el aire
aventurero de las novelas de Conan Doyle y que da un tono moderno a
la personalidad, al a narratividad y al guión, es tal vez la mejor
producción que sobre el detective por antonomasia se viene
realizando en los últimos años.
Una serie americana, con un Watson
mujer y asiático (Lucy Liu), también ha entrado en la recreación
del más famoso de los detectives. Es más plana en personajes y en
narratividad. Une el nombre de Holmes con las tramas clásicas de las
series policíacas americanas. Por eso resulta muy entretenida,
aunque de mucha menos calidad, con menos posibilidad para sorprender
y atraer.
Dos películas de Hollywood, en las que
el nombre de Holmes es más un reclamo que otra cosa, pues son
películas de aventuras, casi de superhéroes, también se han
estrenado en los últimos años. Las películas, con su tono excesivo
tan propio de la acción en el Hollywood actual, vienen a sumarse más
al contingente de películas de acción que a hablar de la figura del
detective inglés. Eso sí, la interpretación de Robert Downing Jr
le da un aire cómico e irónico que le viene bien a “su”
personaje.
Una referencia más. House es otro
Sherlock Holmes. Pero excede ese límite y mejora con mucho a la
creación de Conan Doyle.
¿Es lícito, pues, escribir sobre un
personaje de otro? Como tantas otras cosas en la vida, depende, sobre
todo, del resultado final.
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