No tener un trabajo dentro de los
márgenes establecidos tiene sus ventajas. Llevo tres días que me
levanto, pongo la tele y veo el tenis. El tenis es ese deporte en el
que gritan más los deportistas que los espectadores. Sobre todo
Sharapova. Como juega el héroe nacional, Rafa, todo el mundo quiere
verlo o saber qué pasa, pero nadie puede porque están trabajando.
Yo, mientras me pongo la tele y lo veo
con toda la calma y la pachorra del mundo y no abro una cerveza
porque son las 10 de la mañana y me parece feo que se me corte la
leche del desayuno. Como todos quieren saber lo que pasa he abierto
un chat con mi teléfono en el que comento el partido según sucede.
Cada vez me sigue más gente, pero no
por los resultados o por mi rapidez, sino por mis comentarios. Yo
quería ser minutador de Gran Hermano, pero como una amiga me quito
el puesto, me he convertido en minutador amateur de tenis. Mis
comentarios que más triunfan son sobre los espectadores, que siempre
tienen más chicha y se prestan al chascarrillo. Y en Australia más.
No sé dónde tienen esos tipos el estilo.
Con suerte los de Gran Hermano verán
esto y me contratarán. Y podré vivir viendo la tele que es mi
sueño. Por cierto, Rafa ha ganado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario