Es fantástico el olor de la realidad.
Inquietante. Me produce una gran curiosidad salir y que cada dos o
tres pasos la realidad huela a algo distinto. Pasa una mujer y deja
su aroma. Ella ya está a tres o cuatro pasos, pero yo me he quedado
en su estela de perfume que me acompaña durante un rato. Me giro
para verla bien. No era especialmente hermosa. Pero su olor sí. Y
ese olor me excita.
La realidad me excita. Había olvidado
eso. Junto a los cubos de basura el olor es desagradable. Pero un
gato sale corriendo de allí. La gente ha tirado todo eso. Ha
amalgamado toda su vida y la ha juntado en sus sobras. El olor es
horrendo. Pero está lleno de otros olores. De una realidad que pasó
y murió o se olvidó.
Quería haber olido la hierba cortada.
No me gusta su olor. Me produce náuseas. También la realidad las
produce. Y tenía curiosidad por sentirlas fuera de casa. Fuera de la
enfermedad. Pero la hierba está quemada por el frío del invierno.
La dejan crecer porque ha muerto. Tendrá que resucitar para volver a
ser otra vez.
Toda esta vida nueva está llena de
descubrimientos. De aprendizajes. De ilusiones.
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