No tengo muy claro por qué, pero
quiero a mi mujer. No es que la quiera demasiado. Tampoco que no
pueda vivir con ella. Es que la quiero. Es la costumbre o que está
ahí todo el rato. No lo sé, pero la quiero. También quiero mucho a
nuestra amante china. Tal vez por las mismas razones que a mi mujer y
además porque no habla demasiado.
Ellas suelen estar a lo suyo, que no sé
bien qué es por qué no me gusta molestar ni preguntar, pero ahí
están. De vez en cuando me paso a ver qué hacen y hacen lo que
hacen: planchar, coser, lavar, fregar, enrollarse. Lo mismo que todas
las esposas.
La cuestión es que quiero darles una
sorpresa porque me he dado cuenta que ser soltero es una chufa. En el
periódico ponía que viven menos y que son más infelices. Como yo
tengo dos viviré aún más. Creo que un viaje puede ser un buen
regalo, pero como aún no hay agencias de viajes chinas, al final les
he regalado un rolex a cada una. Es verdad que es chino, pero por eso
estoy convencido de que va a funcionar mejor. No hay nada cómo el
amor.
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