Sentarse en una cafetería y
simplemente estar aquí y escuchar y mirar. Simplemente eso. Nada
más. Esperar que el tiempo pase sin pensar en él. El tiempo siempre
pasa. Y a la misma velocidad. El que va lento o va rápido soy yo. He
entrado y me he sentado sin más. En el vaso los hielos se han ido
derritiendo. No he tenido prisa por beber. No he aparentado hacer
nada.
Enfrente de mí una pareja habla. Se
ríen. Al otro lado otros se abrazan y se besan. Ella le regaña
porque se ha propasado. Le ha tocado un pecho en público. La pareja
que se ríe habla y habla sin parar. Tal vez haga mucho que no se
ven.
Hablan de su pasado. Y de su futuro. De
su miedo. Están tranquilos. Como yo. Aunque ella hace trocitos el
papel de la etiqueta. No paran de hablar. Pero se hacen reír. Eso me
gusta. Oír cómo se ríen. Sobre todo ella. Es alta. Lleva el pelo
suelto, pero recogido sobre las orejas. Los ojos son grandes. Me da
vergüenza mirarla fijamente. Creo que él se ha dado cuenta.
Salgo a la calle. La gente se ayuda.
Sin darse cuenta. Se hacen sentir bien los unos a los otros. Se
reconfortan y se tocan. Se hacen reír y disienten pero se quieren.
Camino por la ciudad un poco fría y un poco ausente. Un poco vacía.
El mundo no existe, sólo la gente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario