Pero muchos días tenía dudas. Sabía, no tenía la impresión, lo sabía, que lo estaba haciendo era un error. Era una estupidez. Era muy estúpido hacer lo que yo hacía. Así que dejaba de hacerlo y me encerraba en casa y le daba vueltas a la cabeza. Pero al tiempo volvía a pensar en ella. Y mi única opción era esa. Y dejar de ser el hombre que era. El hombre que estuviera siendo fuera el que fuera, el anterior o el nuevo. Mi esencia misma era estar con ella. Ser el hombre que ella quería. Por eso tenía que definir mi vida, por ser el hombre capaz de enamorarla pese al tiempo. El hombre al que siempre ella quisiera. Aunque eso significara no ser el hombre que yo soy.
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