En la portada del digital de ABC encontramos esta noticia sobre prostitución. La noticia no cuenta sustancialmente nada, sólo que es mejor venir a prostituirse a la Casa de Campo que prostituirse en Brasil, como supongo que será mejor casi cualquier trabajo que se haga en España que en Brasil. Como ser Maestro. O Médico. Además están contentas porque cobran en euros. Mejor que cobrar en reales.
Por lo demás hace una visión realista de la vida de estas prostitutas. Ellas están en la zona más baja de la cadena de prostitución, la callejera. Pero hay otras clases de prostitutas. Las hay que cobran bastante más de lo que cobran médicos o maestros. Sea aquí o en Brasil.
En el fondo está siempre la cuestión sobre la prostitución y su no legalidad. Siempre parece que hay más partidarios de prohibirla que de hacer de ella una profesión de verdad. Se aligerarían las colas del paro. Se cobrarían impuestos. Se libraría a las prostitutas de salvajes condiciones de trabajo. Se les daría la posibilidad de elegir (incluso en los bares hay un cartel que dice reservado el derecho de admisión, derecho que no está entre las piernas de estas mujeres). Se conseguiría, tal vez, que pudieran ejercer un trabajo que ejercen ahora y que ejercerían de todas formas, pero en mejores condiciones. Pero prohibir siempre es tentador. Y más prestigioso.
Les deseamos, de todas formas, lo mejor a estas mujeres. Tal vez incluso eso que pedía para ellas un poeta: “Canonicemos a las putas...”
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