Hay palabras comodín. Son las que se usan con varios valores o las que se dicen cuando no hay que decir. En fin. Es un buen ejemplo de comodines. Últimamente también se dan los insultos comodín. Cuando queremos decir algo malo de alguien y no queremos ofender a un grupo de gente, de esos que se suelen ofender muy muy fácilmente, o cuando no sabemos con qué palabra atacar usamos uno de esos insultos. Se dan mucho entre los políticos de este país, cada vez menos ocurrentes y tal vez menos inteligentes.
Insultos como machista o fascista se dan continuamente sin tener en cuenta su significado ni su pertinencia. Se dicen sin más. Sin atenerse a nada. Se sabe que la gente los identifica con malo, con preocupante, con un insulto, pero se están volviendo tan genéricos que no sirven de nada, están vacíos.
Mucho mejor hubiera sido que Esperanza Aguirre hubiera dicho que lo de Tomás Gómez es una estupidez, una tontería, una gilipollez, pero tal vez teme que la hubieran tachado de chabacana, de malsonante, de decir palabras inadecuadas, de descalificar. Pero hubiera sido más correcta con el lenguaje, más certera, y sobre todo, más sincera.
No creo que Tomás Gómez sea machista por llamarla condesa, es un poco tonto, es infantil y es estúpido, pero no machista, porque no se alude a su condición de mujer rebajándola por ello, por las mismas características de la mujer. Se busca encuadrarla en una categoría social concreta. Con lo cual clasista no hubiera sido mala palabra.
Eso sí, al menos alguien habla de Tomás Gómez, sea quien sea.
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