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miércoles, abril 27, 2011

27 DE ABRIL

Se odia la gente en la ciudad cansada. Unos a otros. Todos entre sí. No tengo ganas de ver a nadie, de ser nadie. No quiero ver la cara de los hombres que pasan. La cara de las mujeres de veinte años que estarán ahora en la parte trasera de un coche. No quiero ver a nadie. Pero la ciudad acalorada me devuelve la mirada y está llena de gente, llena de ojos que me miran, a los que miro.

Odio a la gente de esta ciudad sudorosa. Odio a la gente de este mundo que traspira. La piel de la ciudad me hace resbalar. Miro al suelo. Me siento en los parques solitarios, a la hora en la que nadie, ni los adolescentes enamorados, viene a sentarse en los bancos sombreados.

Se tumba al sol la ciudad. Las mujeres se sienten deseadas tostando sus pieles al sol. Los hombres miran y son todo ojos. Así también yo. Todo ojos. Viéndolo todo. No queriendo ver nada. Queriendo desaparecer. Ser invisible. Esconderme de la ciudad podrida.

Se odia la gente en la ciudad cansada. No puedo dormir. Veo ojos en sueños. Hablas conmigo. Pero yo no quiero verte.



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