Lloverá el otoño en tu ciudad pequeña mientras sigue tu vida. Y en algún momento de aburrimiento pensarás a veces en mí, no como salvación, no como diferente, sino como una forma antigua y efectiva de pasar el tiempo. No pasearás las calles mojadas como hacías conmigo, mientras hablabas y yo escuchaba. Pero sólo yo sé que callaba. Tú siempre pensarás que hablábamos. Y en esos días mojados y aburridos pensarás en mandarme un mensaje mientras esperas a que él llegué de trabajar. Te dirás que podrás abatir ese aburrimiento actual y el posterior, dejando ese mensaje por ahí, escrito para él. Pero en mi ciudad, también mojada, el otoño me habrá quitado las ganas de escribir.
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