El resto estaba recogido en un moño.
Pero esa parte se había escapado y el aire la hacía volar al lado
de tu oreja. Sonreías. Te echaré de menos estos días. Sonreías. Y
el viento soplaba volando tu pelo hacia los lados. Mi mano debería
haberse adelantado y haberlo colocado detrás de tu oreja. Y debería
haberlo hecho muchas veces en el gesto más tierno que nunca habría
hecho por ti. Se hubiera quedado allí colocado contra el viento y
contra mí. Pero el deseo, la ternura y el gesto no son lo mismo.
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