Una vez más hay políticos que dicen
estupideces. Porque es una estupidez pedir responsabilidades a una
madre por las palabras que su hijo, de más de cuarenta años, ha
pronunciado. ¿Qué responsabilidad tiene una mujer en las palabras
de su hijo? ¿Por qué ha de castigarse a esa mujer por el
compartimiento que su hijo ha tenido? Si ella no ha opinado, no ha
dicho nada, no ha apoyado a su hijo, no sabemos qué dice o qué
piensa de eso, es evidente que es muy estúpido pedir que sea ella la
castigada.
Ciertamente, las palabras de ese señor
pueden ser polémicas. No hay duda de que hay personas a las que ha
ofendido. Pero también hay personas que encontrarán sus palabras
adecuadas. Lo que no se puede decir de esas palabras, vistas, oídas,
leídas o lo que sea, es que sean insultos. Si esas palabras lo son,
el tono con el que se dice “buenos días” en el ascensor podría
ser motivo de querella.
Por otra parte, calificar de “muy
noble” al campesinado andaluz, no deja de ser una ocurrencia en
consonancia con estas declaraciones. Suponemos que ha querido hacer
un juego de palabras para llegar al chiste fácil y populista de que
los nobles son los campesinos y no los duques de Alba, pero en
realidad suena muy muy estúpido llamar “muy noble” a unos
trabajadores que no se siente así, que no quieren ser así, y que
probablemente sientan, como mínimo, cierto desapego a la clase
nobiliaria.
Así que, una vez más, los políticos
actúan estúpidamente y sobre asuntos sin importancia, mientras que
sobre lo importante ni siquiera se atreven a ser estúpidos.
Casualmente vuelven a ser políticos regionalistas o nacionalistas
los que lo hacen. O tal vez no sea casualmente.
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