En la película Mumford una ama de casa
casada con un estúpido hombre de negocios lo compra todo. El
protagonista, un psicólogo, trata a la mujer de su adicción a las
compras. En un momento de su terapia ella dice: “Doctor Mumford,
¿sabe eso que dicen, que algunas mujeres lo que necesitan es un buen
polvo? Pues creo que eso es lo que me pasa”. La mujer acaba curada
de su adicción gracias a que conoce a un farmacéutico que llena más
su tiempo.
Un hueco por llenar. Falta de amor. De
cariño. De compañía. Falta de confianza. De amor propio. No
sabemos de qué. Según el caso habría que estipularlo. Pero es lo
que suele esconderse detrás de esta adicción que afecta al 3% de la
población europea. Un hueco por llenar que no acaba de llenarse
nunca por muchas cosas que se compren, que se almacenen, que se
atesoren.
En época navideña ese hueco no es más
grande. Pero sí la tentación de llenarlo. Y la sensación de
soledad. Porque parece que todo los demás son felices mientras que
nosotros no lo somos. Así que movidos por la necesidad que nos crea
la publicidad y nuestro maldito cerebro.
Huecos por llenar. Huecos vacíos.
Difíciles de identificar. Difíciles de llenar.
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