El movimiento del árbol, de sus ramas, produce un sonido inconstante, un sonido que para y se renueve y sube y baja en su intensidad. Las hojas zarandeadas se frotan unas contra otras, pero su sonido es mínimo. Bajo el árbol el viento arrastra arena de un lado a otro. Los granos se difuminan y se esparcen. En tu pelo el viento produce un efecto sordo. Se levanta y baja y se remueve de una manera idéntica a como podrían hacerlo mis manos. Pero mis manos permanecen quietas en los bolsillos. El movimiento del árbol y su sonido me distrae de lo que dices. Tus labios se mueven rápidos y los miro para intentar saber qué dices cuando dejo de oírte. Avanzar la cabeza y besarte. Eso sería lo necesario en este momento. Tu pelo se mueve sin sonido y tus manos lo recolocarán continuamente hasta que nos vayamos, cada uno por un camino distinto.
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