La ciudad se rellena de muertos. Las
esquinas, los bancos, las aceras. Puedo recordar toda la muerte que
he vivido en ellos. Toda la muerte del tiempo. Toda la muerte de los
recuerdos. Las gentes que compartieron un día esos lugares. Las
palabras. Todo muerto. Todo ausente. Todo muerte que ha ido borrando
el pasado.
Los muertos están ahí. Los tiempos
que vivieron no pueden ser recordados. Ni siquiera por mí. Los veo
ya como sombras, como mínimos espasmos que desaparecen en un
segundo. Tal vez mi cabeza aún los recuerde. Tal vez sea un esfuerzo
por recordar, por revivir.
Pero todo muere. Todo acaba. Tu
sonrisa. Tu brazo. Tus palabras. Has muerto. En algún lugar alguien
podrá decir que sigues viva. Que estás con él. Que tu brazo, tu
sonrisa, tus palabras siguen ahí. Pero no para mí. No son mías.
Han muerto. Y también para la ciudad.
La ciudad se rellena de muertos. Quiero
recordar y no puedo. Hace tiempo que no sé nada de ti. Sólo que un
día estuviste aquí. Que un día te quise.
No hay comentarios:
Publicar un comentario