Intenté abrir el grifo y lo conseguí,
pero lo que no conseguí fue que del orificio saliera agua. Había
cortado el agua desde la fábrica de agua. Como no sabía qué hacer,
me vestí y salí a la calle en busca de la fábrica de agua. No
sabía dónde podría estar la fábrica así que le pregunté a un
policía que andaba por allí perdido. Me dijo que el agua no se
fábrica, que se coge de los ríos. Así que fui al río.
El río estaba bastante seco, por lo
que no me extrañó que de mi grifo no saliera agua, pero lo que sí
me sorprendió es ver lo sucio que estaba. ¿Con ese agua me estaba
duchando yo? ¿Cómo me lo podía beber? Es bien cierto que yo bebo
sobre todo cerveza, pero me extrañó todo mucho. Pero un niño que
andaba por allí porque no quería al colegio me dijo que el agua no
lo sacaban de allí, que antes lo purificaban. No sabía dónde lo
hacían, pero yo me imaginé que si la iban a hacer pura, tendría
que ser en la Iglesia.
Fui a la Iglesia, pero el cura no quiso
recibirme, estaba dando misa. Vi el agua bendita que había en las
pilas. Ese no parecía muy pura. Salí fuera de la Iglesia y vi que
allí había una planta de purificación de agua. ¿No sería aquello
lo que buscaba?
Ciertamente era aquello, pero el
guardia de la puerta sólo me dio tres puñetazos y una explicación.
El agua lo cortaba la compañía o el ayuntamiento. Como yo había
pagado, eso lo tenía claro, tenía que haber sido el ayuntamiento.
Fui allí para hablar con el alcalde, pero el muy mamón estaba
reunido, así que tuve que esperar. Y esperar. Y esperar. A esas
alturas el agua ya habría vuelto a casa. Así que yo hice lo propio.
El agua había vuelto y me di una ducha. Por fin aprecié ese pequeño
placer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario