Sigo siendo el mismo hombre. No es una frase hecha. Es que soy el mismo. Los domingos por la tarde sigo ocupándolos en escuchar la radio y ver partidos de fútbol. Escucho la misma emisora desde que era pequeño. La misma gente. Todas las mañanas voy al mismo trabajo. El mismo que tenía cuando estaba con ella. Mi lenguaje. Mi aspecto. Mi ropa. Nada ha cambiado. Me corto el pelo en el mismo sitio. Sí, me he acostado con otras mujeres. Y ya no llamo nunca a su teléfono. Pero lo demás es lo mismo. Las mismas películas. Las mismas series de televisión. ¿Por qué entonces no valgo ahora? ¿Por qué fui expulsado del paraíso? Esa es mi principal preocupación.
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