No se necesita a nadie para llorar. De hecho incomoda. No es bonito llorar delante de la gente. Nunca me gustó quejarme. Así que para eso no necesitaba a nadie. Para pasar la pena me bastaba conmigo mismo. Me molestaba la gente. Me molestaba verlos. Que me hablaran. Por eso prefería estar solo. Y lo estuve mucho tiempo. No quería ver a nadie. ¿Qué tenía yo qué hacer en los bares? ¿O en cualquier otro lugar donde hubiera que estar alegre? Para mi pena tenía mi soledad y mis costumbres. Sé que ella no pensaba eso. Y mucho tiempo lo dedicaba a eso. A pensar cómo lo estaría pasando ella. Si estaría o no sufriendo. En realidad creo que sufrí muy poco. Que todo mi sufrimiento fue posterior. Al empezar otra vez. Al notar los huecos vacíos que mi vida tenía. Así que estuve solo. Y estuve bien.
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