Sopla el viento en la ciudad lejana. Refresca un poco los ánimos, el calor. Pero el viento vuelve loca a la gente. El viento sopla en sus oídos, y los desconcierta y no sabe qué sucede, por dónde viene la realidad, los golpes.
Sopla el viento y hay que cerrar las ventanas y temer la lluvia. Barre la ciudad, el polvo lo cubre todo. Los coches y las aceras están sucias. Los corazones y las vidas están sucias. La ropa tendida se mancha en lugar de limpiarse al sol. Los coches y las gentes corren menos en la ciudad ventosa.
Sopla el viento y enfada a los profesores. Y enfada a los caminantes y a los banqueros. Enfada el viento a la ciudad y le esconde el calor y los besos y los corazones desenfrenados. Se para el pulso de la ciudad, se relaja. Todo se tranquiliza y respira y es más vivible. No hay niñas. No hay sexo sucio y escondido. Los primeros días de viento la ciudad es una delicia en la que puede llover cualquier día. Pero después todo es locura y sangre y sexo caducado.
Sopla el viento en la ciudad lejana. Tu voz era tan dulce. Incluso si no decía mi nombre.
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