Mirándole no sabría decir en qué nos parecíamos. O si lo que ella buscaba era precisamente que no nos parecíamos. Que no teníamos nada en común. A lo mejor era eso. A lo mejor no quería repetir. Quería buscar algo distinto. Físicamente no nos parecíamos. Y lo que sabía de él me decía que tampoco nos parecíamos en otras cosas. Yo también busqué mujeres distintas. Mujeres mayores. Mujeres con más pecho. Mujeres más simpáticas. Más habladoras. Mujeres diferentes en todo. Más conservadoras. Religiosas. Mujeres tatuadas. Todo era distinto con ellas. Pero no era mejor. Nada era igual que ella. Por eso mis palabras no se convirtieron en mentira. Aún la seguía amando. Y deseando. Yo era el mismo hombre. Ella la misma mujer. Pero no podíamos estar juntos.
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