La terapeuta tiene una nueva cliente. Ustedes dirán, esa mujer tiene el consultorio lleno, pero no se crean, los pacientes van una vez al mes. O más. Así que tiene mucho hueco. Si tiene usted un problema ella puede ayudarles. Es muy buena. Aunque no me haya curado a mí. Se lo juro.
En fin, que tiene una nueva cliente que no tiene un problema exactamente, aunque es problemático. Está enamorada. Esto no es una enfermedad, aunque ella lo ve así. Se despierta pensando en un hombre, no puede comer pensando en ese hombre, no puede ducharse pensando en ese hombre porque se ve desnuda y se imagina desnudo a ese hombre y no puede controlarse, se viste pensando en ese hombre, se ríe pensando en él, hace caso a todo lo que dice, sueña con él. Total, un rollo. La terapeuta la está tratando como a una obsesiva compulsiva más. Y lo hacen todo por etapas. Este noche sólo soñará con él tres sueños. Y de esos sólo dos serán eróticos.
Lo verdaderamente problemático del caso y lo que tiene perplejo a la terapeuta es que ese hombre también está enamorado de ella. Y lo que es peor, son marido y mujer.
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