Se acumula el sueño en la ciudad cansada. Las noches no se usan para dormir. Los pocos que están en la cama se despiertan a todas horas y por el día andan histéricos y abúlicos, todo les da igual, nada les importa. Todo les irrita, todo les molesta. Cierran los ojos y desean el sueño que no termina de llegar.
Los que sí duermen lo hacen con la conciencia limpia. Son los menos. Son pocos. Yo camino por la ciudad que intenta dormir y estoy cansado como lo está la ciudad. Las noches frías y los días soleados llenan los corazones de deseo, de ganas, de ansia. Caminan los hombres y mientras yo los miro ellos miran los escotes, los senos. Todo es sexo y suciedad. No hay amor en ningún sitio.
Me duelen las manos al escribir. Me duele el cuerpo de no poder estar tumbado el tiempo necesario. Duermo sentado, aburrido de mí mismo, desmayado de la realidad que me persigue incluso en sueños. La ciudad y su suciedad. El deseo. Los hombres y las mujeres. El sexo barato y asqueroso. La limpieza que no llega ni en las mañanas dulces y cálidas.
Se acumula el sueño en la ciudad cansada. Por las noches camino la ciudad. Imagino los días que no habrá. Leo una y otra vez la declaración de amor que te escribí.
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