En este contexto de crisis económica generalizada, en el que se agranda cada vez más la desigualdad entre ricos y pobres, y en el que los recursos económicos escasean, sobre todo para todo aquello que es considerado no vital, hay un mercado asombrosamente próspero.
Las casas de subastas de arte van batiendo récords semana a semana, vendiendo cada vez obras de arte a un precio mayor. Este hecho señala dos realidades, la primera es que el arte tiene un mercado claro, que tiene interés y que hay coleccionistas pendientes del mercado. La segunda es el precio que alguien está dispuesto a pagar por la posesión de una obra artística.
El arte, tiene un claro componente elitista. Los coleccionistas lo utilizan bien como medio de mostrar y promocionar su status social, bien como inversión, para poder después revender la obra y lograr una plusvalía.
Pero ¿cuánto de real hay en estos precios? ¿realmente las obras artísticas vendidas tienen la valía por la que se venden? ¿conocen realmente los compradores la valía de lo comprado?
Casi todo lo que se ha vendido en esas subastas record pertenece al arte contemporáneo. Eso tiene un gran impacto en el arte y los artistas, que pueden mantenerse y crear independientemente, pero también genera presión en ellos para seguir produciendo, tengan o no ganas o inspiración para hacerlo.
Es difícil valorar este hecho, desde el lado artístico es bueno: el mercado se mueve, los artistas obtienen ingresos, el arte crece como profesión y objeto valioso. Pero desde el punto de vista económico genera la incertidumbre de una burbuja económica.
Las ventas en apenas una semana han superado los 1000 millones de euros. Una cantidad escandalosa, que genera preguntas artísticas, legales y sobre todo éticas. Pero que provoca sobre todo una enorme sorpresa para todos aquellos que llevamos tanto tiempo oyendo hablar de crisis, recortes y empobrecimiento.
Las casas de subastas de arte van batiendo récords semana a semana, vendiendo cada vez obras de arte a un precio mayor. Este hecho señala dos realidades, la primera es que el arte tiene un mercado claro, que tiene interés y que hay coleccionistas pendientes del mercado. La segunda es el precio que alguien está dispuesto a pagar por la posesión de una obra artística.
El arte, tiene un claro componente elitista. Los coleccionistas lo utilizan bien como medio de mostrar y promocionar su status social, bien como inversión, para poder después revender la obra y lograr una plusvalía.
Pero ¿cuánto de real hay en estos precios? ¿realmente las obras artísticas vendidas tienen la valía por la que se venden? ¿conocen realmente los compradores la valía de lo comprado?
Casi todo lo que se ha vendido en esas subastas record pertenece al arte contemporáneo. Eso tiene un gran impacto en el arte y los artistas, que pueden mantenerse y crear independientemente, pero también genera presión en ellos para seguir produciendo, tengan o no ganas o inspiración para hacerlo.
Es difícil valorar este hecho, desde el lado artístico es bueno: el mercado se mueve, los artistas obtienen ingresos, el arte crece como profesión y objeto valioso. Pero desde el punto de vista económico genera la incertidumbre de una burbuja económica.
Las ventas en apenas una semana han superado los 1000 millones de euros. Una cantidad escandalosa, que genera preguntas artísticas, legales y sobre todo éticas. Pero que provoca sobre todo una enorme sorpresa para todos aquellos que llevamos tanto tiempo oyendo hablar de crisis, recortes y empobrecimiento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario