La historia del teatro español de después de la guerra es de la recreación de lo perdido. Muchos autores en el exilio, muchos autores muertos, actores que han marchado a otros países o que han muerto en la contienda o que simplemente se han hecho muy mayores para los papeles. Y sobre todo un público que quiere alegrías después de muchos años de tristezas.
Para ello el panorama no cambia mucho. La comedia burguesa, comedia de costumbres en todas sus variantes, desde Benavente a los Álvarez Quintero, sigue siendo la que triunfa. Eso y el humor en todas sus variantes. Ha muerto Muñoz Seca, pero le saldrán herederos.
Todo ese mundo del teatro de los 40 es lo que se encuentra representado en la obra Estampa del teatro de los 40 que se representa ahora en la sala Princesa del Teatro María Guerrero.
Un café madrileño, de los que volvían a poder ofrecer café después de la guerra tan dura y durante una posguerra que será aún más dura, donde se juntan autores, actores, directores y críticos es el punto donde nos sitúa el autor para comprobar qué pasó con el teatro en esa época.
Sin la televisión, internet y sin la competición tan directa y abusiva del cine, el teatro era la principal diversión de la gente, y aquellos que hacían las obras eran famosos y lograban reconocimiento y dinero.
Mihura, Marqueríe, Conchita Montes, Luis Escobar y muchos otros protagonistas de la época se juntan en ese café donde el espectador es un voyeur de lo que sucedía allí. Un documento de lo que era el teatro entonces y de lo que es ahora por comparación. Y además de un documento, también una obra con su propio desarrollo y tensión dramático. Teatro dentro del teatro, para saber de dónde viene y a dónde va el arte que siempre está en crisis.
Para ello el panorama no cambia mucho. La comedia burguesa, comedia de costumbres en todas sus variantes, desde Benavente a los Álvarez Quintero, sigue siendo la que triunfa. Eso y el humor en todas sus variantes. Ha muerto Muñoz Seca, pero le saldrán herederos.
Todo ese mundo del teatro de los 40 es lo que se encuentra representado en la obra Estampa del teatro de los 40 que se representa ahora en la sala Princesa del Teatro María Guerrero.
Un café madrileño, de los que volvían a poder ofrecer café después de la guerra tan dura y durante una posguerra que será aún más dura, donde se juntan autores, actores, directores y críticos es el punto donde nos sitúa el autor para comprobar qué pasó con el teatro en esa época.
Sin la televisión, internet y sin la competición tan directa y abusiva del cine, el teatro era la principal diversión de la gente, y aquellos que hacían las obras eran famosos y lograban reconocimiento y dinero.
Mihura, Marqueríe, Conchita Montes, Luis Escobar y muchos otros protagonistas de la época se juntan en ese café donde el espectador es un voyeur de lo que sucedía allí. Un documento de lo que era el teatro entonces y de lo que es ahora por comparación. Y además de un documento, también una obra con su propio desarrollo y tensión dramático. Teatro dentro del teatro, para saber de dónde viene y a dónde va el arte que siempre está en crisis.
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